En 1962, en un bar cerca del mar, dos amigos, Vinicio de Moraes y Antonio Carlos Jobim, quedaron fascinados con la belleza de aquella chica, la cosa más linda, más llena de gracia, es esa muchacha, que viene y que pasa con dulce balanceo, camino del mar. Esa visión se convirtió en una de las canciones brasileiras más famosas del mundo, La chica de Ipanema.
Cuarenta y cuatro años más tarde, en un bar frente a la playa en la costa del pueblo de Isabela, junto a mi amigo José García la vimos pasar. No era la misma chica del poema que se convirtió en canción, pero para mí, que disfruto el bossa nova, me encanta el mar y admiro la belleza, esta joven que aparece en la foto fue mi versión local de Heló Pinheiro, inspiración de Moraes y Jobim. Heloísa Eneida Pinheiro según he sabido, todavía vive y trabaja en Sao Paulo, Brasil.
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